Lista negra.

Mea culpa.


Suelo apegarme demasiado a la subjetividad, estoy tan junto y casi adherido a ella, que se me hace muy difícil emitir un juicio sin anteponer mis pensamientos o sentimientos a la idea en principio objetiva. Siempre al emitir una idea, cuando estoy por completarla, hago un comentario personal que, muchas veces, es tan áspero como una hoja de lija en las orejas de las personas que me oyen en ese rato.

Para ser un universitario actual y un futuro profesional, creo que caigo en el error de expresar más mis sentimientos respecto a algo y así opacar la idea que tenía en la cabeza, mezclándola, con oraciones sujetas únicamente a una evaluación personal. 

Aparentemente en mi cerebro, no me doy cuenta de que lastimé a alguien cuando digo algo que pensaba. Pasa tan desapercibido en mi cabeza que pienso que todo está bien, cuando en realidad, arruiné una situación. 

Ese es un resumen, un sumario, una parte de mi vida cotidiana, por la que me he ganado varias enemistades con personas a las que en principio les agradaba, o inclusive, gustaba. 

Ahora bien, al saber que la sinceridad y rudeza de las palabras no están interpretadas de la manera que uno desearía, procedo a calmar el ánimo y hablar pausadamente y manteniendo una postura recta con una mirada penetrante en los ojos. Detesto hacer eso, normalmente, soy de los primeros que aparta la mirada y la dirige hacia un costado. Sólo me gusta mirar a los ojos cuando hay una buena razón para hacerlo.  

El que sea a partir de ahora alguien que se exprese con más calma y menos cinismo, no significa que me quede callado y ahorre de mis palabras a los oídos sordos de otros que de manera conveniente lo hacen solo cuando yo hablo. 

Al ser un estudiante de psicología, y al ser ésta una carrera que depende mucho de la interacción social y el intercambio de ideas, no puedo permitirme ser alguien callado, ni mucho menos, "suave" con lo que digo. Hay y habrán palabras que rasquen peor que un aguardiente rancio, pero lastimosamente, habrá también alguien que las dirá y ese papel de "villano ocasional"  está cayendo de manera paulatina sobre mi cabeza y empieza a derramarse, y me empapa de a pocos empezando por una cara y expresión más fría. 

Una cosa que odio, y que también caí en ese error otrora tiempo atrás, es la hipocresía. Aunque nunca llegué a entender de todo el porqué de la acuñación de ese adjetivo al sujeto, (palabra proveniente del teatro) siempre se me hizo una idea un tanto tergiversada por, de nuevo, mi subjetividad. 

Son casi las 2 am y ya no sé sobre qué escribir, el estar alejado del "Árbol de la universidad" ese que me transmite tanta energía para plasmar alguna idea en papel, está haciendo que pierda facultades ilustrativas, tanto que ahora me da pereza hacer un borrador y coger un lápiz. Algo no está yendo del todo bien, y no puedo diagnosticar aún qué es. 


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