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Descripción del fuego.

Tengo un dolor de cuello increíble, estuve todo el día con ese malestar. Una incomodidad que tiene por causa a una noche de mal sueño y se alimenta de un pensamiento que recorre tantas vueltas que debilita el músculo encargado de sostener el cráneo.  Pensamiento que se basa en una persona. Parado en una esquina con resfriado desvanecido, vestido con una casaca que no es de gran ayuda contra el frío, algo de alcohol en la sangre pero aún dentro de los límites aceptados legalmente. Ahí estoy parado, esperando. He caminado tanto que los zapatos ya perdieron el brillo de la mañana al salir de casa. El polvo, la tierra y el lodo se encargaron de alejarlos de su esplendor matutino. Ojalá no sé dé cuenta.  Espero 5 minutos, espero 10, aumenta a quince y se convierten en 20; creo que escuché por lo menos ocho canciones en el transcurso. Hasta que la vi salir. Desde la primera vez que la miré, ella tenía el cabello amarrado, una enredadera de cabello de esas que sólo hacen las muje

Paz

Una sola palabra para demostrarte que no es más que un recuerdo olvidado, que exprese un desenfreno de imaginación, que al decirla entiendas por completo la negrura en la que caíste dentro de mi mente. Una vocal tras una consonante seguida de un acento y rematar con una vocal, modificando tu manera de pensar, para que no pienses más en un posible regreso al empinado momento de la gloria. Sintiendo un profundo filo cortando tejidos imaginarios y un poco de cabellos al terminar, un susurro que sea más poderoso que un huracán. Cayendo sobre tus oídos en una noche de lluvia sin luna. Donde las nubes te hagan sentir más a placer, más contenta, más camuflada del mundo en pistola automática, un lugar cálido y húmedo, donde tus zapatillas pisen lodo sin resbalarse, que no tambaleen en cada paso. Que sigan andando con las piernas firmes y musculosas que te pertenecen. Piernas que se explotaron con el respeto de un arqueólogo a una pieza antigua. Clímax divino que hizo temblar el templo, dónde

¿Vendrás?

Ven. Un año, un mes, un día o un verano. Ponte cerca. Un metro, un centímetro, un milímetro o un kilómetro. Angosto. Más difuso, más confuso, más extraviado. Girando. Como en los parques en esos días de fin de año. Cayendo. Por el precipicio encadenado a tu tobillo y el mio. Distanciados. Por el cielo y las estrellas entre tus venas. Desconocidos. Como dos niños que no saben de penas. Espejos. De la realidad subjetiva de tu otra mente. Ilusos. Rompiendo la porcelana de tu sonrisa. Callejeros. Conociendo a quien se pueda cuando Dios quiera. Desorientados. Sin rumbo como si no pasaran los años. Adiós. Aunque no me da ganas de terminar la canción. Volviste. Muy tarde, ya me perdiste. 

¿Cómo has estado?

Hola, no sé si es la primera vez que te veo. Es que te explico, soy algo malo con los rostros, y disculpa si interrumpo tu almuerzo, pero se me hizo muy familiar tu mirada.  No te asustes, me presentaré. Mi nombre es Lucas, tengo 21 años y no tengo nada en mi bolsillo salvo mi celular y un manojo de llaves. Juro no tener un arma. Por eso dije que no te asustaras. ¿Puedo sentarme aquí contigo? Gracias, eres muy amable.  Aún no dices palabra alguna, así que seguiré hablando... Tu mirada me parece haberla visto en alguna parte, pero no sé en donde o cuando. Es extraño, nunca antes me había pasado. Pero por lo menos, ¿Podría saber tu nombre? — ... — Ésta bien, parece que será como un monólogo. Aún no sé tu nombre, y no sé si en algún momento llamarás a seguridad. Solo quiero asegurarme de recordar quien rayos eres, por que  de verdad me mata no poder recordar a alguien. Verás, tengo una facilidad de entablar un diálogo pero no creo que pueda parar ésta vez. ¿Por que no dices

"Why I'm so afraid to lose you when you are not even mine?"

Cuando utilizo la red para hablar con ella, me genera sentimientos encontrados. Adoro que exista en ese momento, pero llega un punto en el que falla y tal vez en el punto más importante. Ayer no pude contestarle luego de que puso lo que ahora titula éste blog. Odié el internet. (¿Y sabes por qué?) Porque quería decirte que no tengas miedo de nada, y si es incluso posible, el aterrado soy yo.  Es que las teclas no me alcanzan para explicarte lo especial que eres para mi, y tampoco sé como explicarlo. No tendría un lugar o punto por el cual empezar. A veces, llevas tanto tiempo siendo un idiota, que la vista se te nubla y solamente diriges la mirada al suelo. Lo peor es la consecuencia de eso. Al andar con la cabeza agachada mirando al pavimento, todo te parece igual, un poco más de lo mismo por allí, un poco más de lo mismo por allá. Si no miras al frente, puede que choques la cabeza con muchas personas que solamente te pedirán disculpas y seguirás su camino. Te pierdes hor