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Encuentro con la niña.

Tengo un vacío enorme que cubrir, una duda sin respuesta que a veces no me deja dormir. ¿Quién soy? Me hice esta pregunta miles de veces por año, sin nunca encontrar una respuesta que me convenciera, por tanto intenté divagar varias veces entre tantas suposiciones que me hicieran replantear una y otra vez mis teorías. Pero un día tuve un sueño demasiado raro. Yo caminaba solo, me encantaba la vista de la playa. Habia un muelle o algo que se asemeja a un rompeolas o algo roto de por sí. Mucho granizo cerca, granizo de arena y vidrio o quizá era un símil de plástico.  Han pasado cuatro años de ese sueño, que ya ni lo recuerdo con mucho detalle. Quizá el relato que prosiga sea el que mi memoria trata de recordar, pero añadiendo deliberadamente cosas que no sabe o que no entiende.  Escuché una voz, la voz de una niña que solo preguntaba por su papá. Me acerqué para intentar ayudarla pero por más que me acercaba, la voz se hacía más tenue. Al acercarme lo suficiente, traté de pegar mi

Ya un añito.

Han pasado 365 días desde que me hice a mi mismo una pregunta: ¿Es ella la que quiero para toda la vida?  Sin ningún atisbo de duda, mi mente gritaba y no sé si dentro de la mente de uno se pueda gritar, pero la mía lo hizo y dijo: ¡SI! En ese momento el panorama andaba un poco borroso, yo acababa de perder un empleo, ella quizá se regresaba a Brasil; no teníamos muchas cosas seguras, excepto que quería estar de su mano. Desde el inicio de nuestra relación, se hizo prensente el rasgo de que solamente funcionaría si ambos dábamos todo de nosotros. Pasaban los meses y de su mano caminamos 201 pasos de cofianza por las rieles de un tren con un río bajo nuestros piés; plaeando en 20 días dejar todo atrás e ir a Brasil. Me ayudaste con tu fé y ánimo a no decaer, cuando habían cuatro mil obstáculos, tú dabas cuatro mil y una soluciones; cuando dudaba de mí mismo, tú creías en mí y me apoyabas incondicionalmente (Literalmente me rescataste de la calle, me cortaste el cabello y me hiciste un h

La forma que deba tomar

Escribir acerca del pasado viendo fotos que capturaron aquellos momentos, es demasiado fácil.  Cancelaré a mis ojos para que solo pueda sentir con los dedos las teclas de lo que escribo al menos por un momento. ¿Los sueños se repiten? ¿O se materializan de formas distintas a cómo fueron concebidas? Cuando un sueño no es lo que esperas... ¿Qué se hace después? Cuando un sueño tuvo una forma inicial y al momento de cumplirse el contexto es muy distinto a cómo te lo imaginabas, ¿Uno se decepciona? Ir a la ciudad que quisiste ir con una persona, pero terminas yendo con otra. Escoger hablar con alguien a que no deberías en vez de escoger a la persona que tienes más a disposición. ¿Qué se hace después? ¿Te invade la culpa o intentas de silenciarla? Es mejor no hablar de las cosas que pueden lastimar.  Estar a punto de ir a un lugar totalmente nuevo, de las cosas más inesperadas que están pasando en un abrir y cerrar de ojos. En un momento eres el niño al que le roban una pelota en una cancha

Apretando mentalmente el botón.

A pesar de medir 1.68 y tener una piel blanca con pecas y un cabello rubio que reflejaba todo el sol del medio día, nunca fue que yo me fijé en ella a primera vista. Es más, pasó muy desapercibida ese primer día entre toda la gente nueva que conocí.  Imagino a ella aterrizando un día de diciembre sin pensar que la siguiente vez que pisará el aeropuerto se irá con una marca indeleble de por vida y que sólo se necesitaron 89 días para cambiarle desde los sentimientos que ella ya tenía arraigados al momento de su llegada hasta hacerla combatir contra su propia moral.  Al día siguiente que llegó la vi por primera vez, salude cordialmente y la presenté con el grupo. Era una chica más. Quizá estaba destinada a ser solo eso.  - Hola, ¿Creo que demoré bastante en llegar? - Preguntó ella en inglés con acento alemán. - ¿Qué tal? La verdad, me parece que no, llegas justo a tiempo. - Respondí en inglés con acento latino. Fuimos al lugar donde habían otros chicos como ella: Extranjeros animosos con

Yo, el otro.

Solo quiero subir al techo a ver el desastre, bajo la luz de la luna gigante.  Últimamente me paro repitiendo a mi mismo y cuestionándome acerca de cómo otra gente opinaría de las cosas que hago. Conjeturo los comentarios, gestos, pensamientos intrínsecos y también sus percepciones o sentimientos evocados, todo para llegar a la misma conclusión cada vez: No me interesan sus opiniones.  Dialogo mentalmente con personas sin dialogar con ellas. Solo imagino sus respuestas a cosas que yo ya sé la premisa. Normalmente solo imagino que dicen comentarios negativos y a su vez, al momento de hablar, me predispongo a que voy a obtener esa reacción. Y en muchos casos, las obtengo.  Vengo manejando estos últimos meses de la mejor forma. A este paso, ya cualquiera hubiese perdido la cordura o hubiese dejado de creer en sí mismo para volver a caer en sus viejos vicios. Que ni si quiera llegaron a ser vicios en el primer intento, pero conforme pasaron las repeticiones, el hábito se hizo más arraigado