Apretando mentalmente el botón.
A pesar de medir 1.68 y tener una piel blanca con pecas y un cabello rubio que reflejaba todo el sol del medio día, nunca fue que yo me fijé en ella a primera vista. Es más, pasó muy desapercibida ese primer día entre toda la gente nueva que conocí. Imagino a ella aterrizando un día de diciembre sin pensar que la siguiente vez que pisará el aeropuerto se irá con una marca indeleble de por vida y que sólo se necesitaron 89 días para cambiarle desde los sentimientos que ella ya tenía arraigados al momento de su llegada hasta hacerla combatir contra su propia moral. Al día siguiente que llegó la vi por primera vez, salude cordialmente y la presenté con el grupo. Era una chica más. Quizá estaba destinada a ser solo eso. - Hola, ¿Creo que demoré bastante en llegar? - Preguntó ella en inglés con acento alemán. - ¿Qué tal? La verdad, me parece que no, llegas justo a tiempo. - Respondí en inglés con acento latino. Fuimos al lugar donde habían otros chicos como ella: Extranjeros animosos con