Una bala.

Amanece a las 10:54 para mi.

Mi cuarto tiene poca iluminación natural porque decidí ponerle cortinas oscuras que mitiguen la luz solar y así no me perturbe el sueño. Mi cabello naturalmente alocado cae delante de mis ojos, no lo corto desde hace un año. Una vez ella dijo que le gustaban los chicos de cabello largo. 

Me siento al borde la cama con los ojos pesados entreabiertos, aún el sueño predomina en mí y sé que si vuelvo a recostarme, soy capaz de dormir hasta la hora del almuerzo. Pero si lo hago, nadie cocinaría por mí y ya serían dos comidas omitidas en el día y eso no le haría bien a mi frágil estómago. Una vez ella dijo que le gustaba ayunar hasta el medio día.

Así que me pongo de pie y aún hurgándome los ojos para sacar las legañas alojadas en mis carúnculas, camino hacia la puerta para abrirla y dirigirme al baño. Olvidé la toalla. Regreso por la misma y ahora si me dirijo al baño con toda la intención de lavarme la boca y darme una ducha. El agua está muy caliente y sin darme cuenta me quedo debajo de ella casi veinte minutos. Una vez ella dijo que le gustaban las duchas prolongadas y calientes.

Suelo planchar mi ropa antes de guardarla para de esa forma no tener que lidiar con mi torpe somnolencia al despertar que algunas veces me costó quemar alguna prenda al no calcular adecuadamente el tiempo que debía mantener la plancha encima. Así que me visto de colores similares para no desentonar: Pantalón azul oscuro, zapatillas moradas y una remera celeste. Una vez ella dijo que le gustaban las tonalidades azules. 

Procedo a servir mi desayuno; cereal con leche ¿Cuál va primero? ¿Me importa acaso? Así que vierto primero la leche y luego una cantidad de cereal que justifique ir a la tienda por la tarde para comprar más. Le aumento unos pedazos de fruta y trato de que la fresa quede cortada en generosas rodajas al igual que el plátano; no suelo añadir mandarina, pero hoy día todo da igual. Una vez ella dijo que le gustaban los cítricos. 

Termino de comer y procedo a lavar lo que ensucié, mientras lo hago miro al vacío y pienso en mis deberes del día, sé que tengo algo de trabajo que hacer así que mejor acabo con esto rápido y voy a mi habitación a continuarlo. Prendo la computadora, me acomodo en mi silla giratoria que tiene una ligera inclinación hacia la izquierda causada por un arranque pasional y que ya voy pensando en comprarme otra desde hace mucho tiempo porque me puede generar lesiones en la espalda. Una vez ella dijo que nunca antes había hecho el amor en una silla giratoria.

Introduzco mi contraseña y espero un rato hasta que carguen todas las aplicaciones, procedo a abrir mi reproductor de música y busco mi playlist favorita para empezar el día a las 12:37, mientras suena la primera canción voy buscando los documentos que necesito para mi labor de hoy. Me topo con una carpeta en accesos rápidos que lleva su nombre, carpeta que normalmente ignoro porque siempre me adentro en pensamientos cuando veo el contenido, perdiendo así la noción del tiempo y demorando en mi trabajo. Pero hoy día todo da igual, así que abro la carpeta y miro una, miro dos, miro tres carpetas de fotos que dividí en eventos importantes porque no me gustan que las fotos estén mezcladas. Cada carpeta es como una sesión en un día distinto, con distintas emociones, con distintos pensamientos. Una vez ella dijo que le gusta tomarse fotos con los celulares de sus personas cercanas.

Entonces abro la carpeta que contiene fotos del día que fui fusilado. Una vez ella dijo que le gustaba la naturaleza y una vez ella dijo que extrañaba montar su moto e ir a pasear, así que coordinamos todo para una aventura en bicicleta que ocupase un día entero. Nunca había visto a alguien conseguir tal velocidad en picada en una bicicleta, nunca había visto una bala tan hermosa. A pesar de tener dificultada la visión por las pequeñas partículas de lluvia matutina que caían contra mis ojos, logré ver una bala delante de mi atravesando la carretera por el carril derecho, mientras que a su izquierda se ubicaba un abismo que servía de antesala a una montaña repleta de árboles y a su derecha una montaña muy similar con el detalle adicional de que desde la cima emanaba una caída de agua de más de cuatrocientos metros, mientras que la bala iba en dirección al sol matutino que parecía ascender desde el fondo de la pista. No tengo el talento de un pintor para materializarlo, pero puedo ver esa escena cada vez que cierro los ojos. Una vez ella dijo que los mejores sueños son los que se sueñan despierto. 

Se acabó el trance, recibo una llamada al celular y una voz que me resulta familiar me recuerda que mi reporte tiene que estar listo para las 13:00, entonces solo me quedan cinco minutos. ¿Por qué procrastino a voluntad? Imaginándome escenarios pasados que parecían el atisbo de una nueva y mejor vida tratando de alcanzar una bala, entonces solo me quedan cuatro minutos. ¿Por qué no tomé las decisiones correctas? No debí dar el alma a alguien que inevitablemente tomaría un avión para irse en una fecha y hora determinada, entonces solo me quedan tres minutos. ¿Por qué empiezan mis ojos a humedecerse? Quizá sea por la frustración de que no puedo más tomar su mano y porque la distancia se encargó de destruir lo que logramos formar, entonces solo me quedan dos minutos. ¿Por qué no pude guardar mis celos para mi mismo? De haberme sabido comportar, quizá ella aún me seguiría hablando, pero mis intenciones se fueron distorsionando con rapidez haciendo que ella me tenga miedo en vez de seguirme amando, entonces solo me queda un minuto. ¿Por qué aún no puedo olvidarla? Quizá sea porque dentro de mi, no quiero. Entonces me quedo sin tiempo y el celular vuelve a sonar: Espero que ese reporte ya esté en mi bandeja de correo. a lo cual respondo: Pues no, aún no lo está. Una vez ella dijo que omite el trabajo cuando se pierde en sus propios pensamientos.

Generosamente mi jefe me da media hora más de plazo porque irá por su almuerzo, así que abruptamente cierro todas las carpetas que rememoran el día en que fui fusilado y me sumerjo en el trabajo aplazado. Cuando ya estoy casi por terminar con una ligera incomodidad en la espalda, suena una notificación en mi celular que decido ignorar para no distraerme, termino de redactar exitosamente seis páginas más y envío por correo lo solicitado. Una vez ella dijo que la mejor forma para presentar un trabajo es con un correo muy formal y bien redactado. 

Tengo un poco de sed y al bajar por agua me doy cuenta que soy como ella en muchos aspectos, aún así no esté presente puedo recordar todas las veces que ella dijo algo, nunca presté tanta atención como cada vez que ella emitía palabra. ¿Soy como ella en muchos aspectos o es que poco a poco me estoy volviendo en el ideal suyo? ¿Será que inconscientemente aún espero ser deseado por ella? ¿O es que era ella como yo y solamente recuerdo las cosas que nos hacían una intersección de conjuntos? Una vez ella dijo que éramos como dos universos diferentes colisionando y que en ese momento era lo más adecuado que podía pasar. 

Una vez ella dijo muchas otras cosas que no logro o no quiero recordar, porque fueron las cosas que me fusilaron en primer lugar. Así que solo recuerdo aquellas cosas que ella una vez dijo para hacerme sentir bien; nuestras similitudes, nuestro buen gusto por la música y la comida, nuestra forma de abstraernos en una conversación que al iniciar eran las diez de la mañana y al terminar las diez de la noche. 

Subo a mi habitación con el vaso de agua entre manos y decido revisar la notificación que llegó hace unos minutos.

Sé que fui fusilado al amanecer, en el medio de una carretera entre dos montañas. 

Y la bala acaba de escribirme "Hola. ¿Tienes tiempo para una llamada?"

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